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Foto del escritorAngélica Lujano García

Recursos bioculturales de las comunidades indígenas y la protección de su Patrimonio Biocultural

Los recursos bioculturales (RB) son el resultado de la interacción entre la naturaleza y las sociedades humanas, es decir, la interacción entre la diversidad biológica en todos los niveles, desde genes hasta ecosistemas, y la diversidad cultural en todas sus manifestaciones. (Loh & Woodley, 2005 en Seele et al.,2019). Para poder sobrevivir, la humanidad, desde su origen, ha tenido que establecer relaciones utilitarias y simbólicas con su entorno, logrando generar un cúmulo de conocimientos, herramientas y lenguaje para hacer de la diversidad biológica un recurso al otorgarle algún tipo de utilidad y significado (Convenio de Diversidad Biológica en Gil, 2006; Toledo y Barrera-Bassols, 2008; Ángel-Maya, 1995 en Aparicio, 2016).


Pero, y ¿cuáles son estos recursos bioculturales en un contexto megadiverso como México? Un ejemplo ilustrativo de RB son el maíz, ya que es un producto de la domesticación de una especie silvestre, es decir, producto del aprendizaje en el manejo de los recursos naturales, en este caso citamos a las comunidades indígenas, puesto que, con este aprendizaje, el maíz ya no solo tiene una vista biológica, sino que le atribuyen muchos símbolos que van desde rituales para su cultivo, creencias sobre su origen y su función en el mundo, de esta concepción indígena citamos el mito azteca sobre el maíz.

Además, son también ejemplos de estos recursos los quelites que son plantas silvestres comestibles, las plantas medicinales, los hongos, los insectos (chapulines de Oaxaca, etc.), la fauna silvestre y domesticada (ajolotes, coyotes, armadillos, etc.) los cuales aportan algún servicio a las personas (alimento, medicina, rituales, entre otros.)

Entonces, al hablar de RB, estamos haciendo referencia a material genético que tiene uso actual o uso potencial para alguna cultura, y que es el resultado del aprendizaje logrando en coevolución con la naturaleza. A este tipo de aprendizaje se le conoce como memoria biocultural y en la actualidad se encuentra resguardada por las culturas tradicionales (población indígena, afrodescendientes y campesinos) (Toledo y Barrera-Bassols, 2008).




En un país como México, donde se tiene registro de 68 grupos indígenas (INALI, 2018), grupos afrodescendientes y población campesina, que habitan en áreas geográficas con una alta diversidad biológica, se puede considerar como un país con una alta diversidad biocultural, que desafortunadamente han sido poco valorados (Toledo y Barrera-Bassols, 2008). De acuerdo con datos oficiales de la secretaria del Medio Ambiente y Recursos naturales, México ocupa el quinto lugar entre los 12 países megadiversos del mundo, contando con un 12% de la variedad plantas y animales del mundo. (SEMANART, 2018).


La diversidad biológica ha caído en desuso por distintos factores (Cayetano y Del Amo, 2011; Del Amo, et al., 2016): en a aspectos socio-culturales como: i) el desprecio por el uso de los RB por ser considerados como recursos para personas “pobres” o “indígenas”, utilizando los términos pobre e indígena de manera despectiva; ii) Urbanización-modernización; iii) la disminución de prácticas de trabajo comunitario y trabajo recíproco, las cuales ayudan a reducir los costos de producción en el sector agrícola.


También en los aspectos económicos, los RB se han visto poco valorados por: i) cambios en las prácticas agrícolas, que incluye la tecnificación del campo y el uso indiscriminado de agroquímicos; ii) altos costos de producción que obliga a los productores a disminuir la diversidad en sus cultivos, para propiciar el cultivo de especies con alto valor económico. En algunos casos propicia el abandono del campo; iii) alto de acceso a tierras para cultivo por la no tenencia de tierras; iv) migración.

Por último, en el aspecto ambiental la explotación de estos recursos naturales por parte del ser humano ha sido partícipe del cambio climático que se enfrenta actualmente y de la desaparición de hábitats por remoción de vegetación primaria, lo que ha ocasionado la pérdida irreparable de especies.

Las consecuencias de que un recurso biocultural deje de utilizarse, es que eventualmente se perderá el conocimiento relacionado con su uso y manejo, y en algunos casos implica la desaparición de este recurso, por la remoción de su hábitat y/o porque deja de promoverse su reproducción.

Es por ello, que resulta importante realizar estudios etnobiológicos que permitan documentar el conocimiento tradicional en el uso y manejo de los RB, lo cual implica, la identificación de las especies utilizadas, sus categorías de uso, los símbolos y creencias relacionadas con estas especies, la forma en la que se accede a ellos, que grupos de la población las utilizan, entre muchos otros aspectos (Hurtado, et al., 2006; Hoffman & Gallaher, 2007), que resultan trascendentes para reconocer la riqueza biocultural de cualquier cultura, detectar posibles casos de desuso de los RB, identificar las problemáticas relacionadas con el uso y manejo de los RB, y a partir de esto, proponer estrategias para atender las problemáticas y potencialidades que se logren identificar.


Diversos autores (Colom, 2000; Boisier, 2005; Arce et al., 2014; Leyva, 2014) señalan que los recursos naturales, en la actualidad, se encuentra comprometidos, ya que se ha propiciado su explotación en lugar del uso con cautela, por lo cual, se requiere cambiar la forma en la que se han utilizado, mediante el diseño de propuestas de uso de los RB. Amartya Sen (1998) y Leyva (2014) proponen que la mejor forma de hacerlo es a través del desarrollo de capacidades en las personas, que implica formar e informar a la población sobre los servicios y beneficios que obtenemos de la naturaleza. El Programa de la Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD, 2009) y Boisier (2005) recalcan la importancia de la participación ciudadana y la consideración de las condiciones ambientales, culturales, sociales y económicas para el éxito de cualquier propuesta, ya que deben adecuarse a cada contexto y ser pertinentes a cada cultura.


Protección al derecho al patrimonio Biocultural de los pueblos indígenas


En virtud a lo anteriormente expuesto, reconociendo la importancia del patrimonio biocultural, de los recursos bioculturales, desde el ámbito legal, la protección de los conocimientos tradicionales asociados a estos recursos se ha vuelto un tema transcendental, en respuesta a las demandas de los pueblos indígenas y ante un sistema económico capitalista que ha originado una serie de cambios sociales, económicos y ambientales que ha dejado como resultado la explotación sin medida de estos recursos.

En el ámbito internacional, el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo sobre Pueblos Indígenas y tribales en Países independientes reconoce en sus artículos 13°, al 19° el uso de las tierras y de sus territorios como propios de los pueblos indígenas.


En México, la protección del patrimonio y recursos biocultural de los pueblos indígenas tiene sus orígenes en los acuerdos de San Andrés Sakam Ch’en de los Pobres, firmados por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional y el gobierno de Ernesto Zedillo, acuerdos que no fueron respetados. De tal modo que de acuerdo al artículo 2° de la Constitución Mexicana, mediante el cual nuestro país se reconoce como Estado pluricultural, en su apartado A, refiere a su libre determinación y autonomía, misma que se encuentra limitada por los preceptos dictados por la misma Constitución, caso de ello es su participación y protección en su patrimonio biocultural, pues en sus fracciones V y VI, no alude a una protección de sus recursos naturales como pueblos indígenas. Asimismo, de manera general en la Constitución se encuentra legislada en los artículos 25°, 26° y 27° se menciona el tema de la conservación de los recursos naturales, así como de la adopción del concepto de sostenible.


En el informe emitido por la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos (CIDH) “Destrucción del patrimonio biocultural de México por megaproyectos y ausencia de legislación y política pública culturalmente adecuada para los pueblos indígenas y comunidades equiparables” (Centro Mexicano de Derechos Ambiental, 2014). El objetivo del documento fue: evidenciar el patrón sistemático de lesión de derechos humanos de los pueblos indígenas y comunidades equiparables por el cual el Estado mexicano fomenta y tolera la destrucción del patrimonio biocultural de México a través del fomento a megaproyectos y por la ausencia de legislación y política pública culturalmente adecuada para estos pueblos, así como dar cuenta del estado actual de violencia física, estructural y simbólica que los pueblos originarios y comunidades equiparables viven día a día en detrimento de sus derechos fundamentales y su patrimonio biocultural.


Bajo esta tesitura, muchos activistas y defensores indígenas han sido asesinados por defender la tierra y el territorio de pueblos indígenas. Cuando hablamos de los activistas y defensores de la tierra, no referimos a aquellas personas que defienden los bosques, los ríos, el aire, la defensa de fauna, lugares sagrados para las comunidades indígenas como parte de la preservación del equilibrio natural, como parte de sus cosmovisiones, mismas que se han visto invadidas por intereses privados.


Aún cuando México ha adoptado, participado y celebrado convenciones para la protección del patrimonio Biocultural de los Pueblos Indígenas, sobre la Diversidad Biológica, soporte Global, en la práctica hacen falta muchas acciones por realizar, entre ellas, proteger el patrimonio biocultural de los pueblos indígenas, toda vez que los pueblos indígenas pueden dar respuestas a los desafíos del cambio climático y de la inseguridad alimentaria. Además de que sus estilos de vida se adaptan a los espacios que habitan y son respetuosos con los recursos naturales.

Finalmente, en materia de protección del patrimonio biocultural de los pueblos indígenas, nuestro país enfrenta retos como: 1) una legislación que proteja el patrimonio de los pueblos indígenas frente a los intereses privados 2) evitar el despojo de tierras, 3) protección de la integridad física así como de los derechos humanos de los defensores de la tierra, 4) la construcción y reflexión de un Estado que cuide de los recursos naturales de la nación, sin entregársela a terceros, 5) conciencia sobre el patrimonio biocultural de los pueblos indígenas, los beneficios de la protección de los recursos bioculturales a la población en general.


En conclusión, México es un país megadiverso por sus recursos bioculturales, pero también lo es por la diversidad de sus 68 grupos indígenas que, en diversas formas de vida, cosmovisión, mantienen lazos de conexión con la naturaleza que los hace vivir en un marco de armonía y respeto. Ante estas formas de pensamiento se tendría que repensar los modos de vida actuales para enfrentar los problemas ambientales, así como de la seguridad alimentaria. La respuesta está en los pueblos indígenas, pero se necesita una protección en todos sus derechos humanos y formas de vida.

Angélica Lujano García

anxxy96@gmail.com


Miguel Cruz Vázquez


Referencias

Aparicio, R. (2016). Comunicación ambiental: aproximaciones conceptuales para un campo emergente. Comunicación y Sociedad (25), 209-235.

Arce, B. A., Ramírez, A. L., & Sánchez, R. M. (2014). Índice de Felicidad Bruta: Protagonistas y estrategias. En D. D. Del Callejo, M. E. Canal, & G. Hernández, Re-pensando el concepto de desarrollo. Diferentes planteamientos teóricos (págs. 105-128). México: IETEC-Arana Editores.

Boisier, S. (2005). ¿Hay espacio para el desarrollo local en la globalización? Revista de la CEPAL(86), 47-62. Recuperado el 14 de marzo de 2019, de https://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/11068/1/086047062_es.pdf

Cayetano, L. M., & Del Amo, S. (2011). Paisaje, memoria y cultura. Una trilogía para la conservación y el bienestar de las comunidades totonacas. En F. Reyes, & S. Barrasa, Saberes ambientales campesinos: cultura y naturaleza en comunidades indígenas y mestizas de México (págs. 97-135). México: Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas (UNICACH).

Colom, A. (2000). Desarrollo sostenible y educación para el desarrollo. Barcelona, España: Ediciones Octaedro.

Del Amo, S., Ramos, J. M., Hipólito, E., & Ricaño, J. (2016). Proceedings from the COMBIOSERVE Conference Community Conservation in Latin America: innovations in research and practice. La conservación comunitaria, la restauración, los recursos bioculturales y el diálogo de saberes: Un nuevo-viejo camino hacia la recuperación con dignidad del agro mexicano. COMBIOSERVE Conference Proceedings.

Gil, A. (2006). conservación in situ. En J. C. Molina, & L. Córdova, Recursos Fitogenéticos de México para la Alimentación y la Agricultura: Informe Nacional 2006. (págs. 30-). México: Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación y Sociedad Mexicana de Fitogenética, A.C. Chapingo.

Hoffman, B., & Gallaher, T. (2007). Importance Indices in Ethnobotany. Ethnobotany Research & Applications, 5, 201-218). Recuperado el 01 de Septiembre de 2019, de www.ethnobotanyjournal.org/vol5/i1547-3465-05-201.pdf

Hurtado, N. E., Rodríguez, C., & Aguilar, A. (2006). Estudio cualitativo y cuantitativo de la flora medicinal del municipio de Copándaro de Galeana, Michoacán, México. Polibotánica(22), 21-50. Recuperado el 04 de Mayo de 2019, de http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=62102203

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Secretaria de Medio Ambiente y Recursos Naturales (06 de septiembre de 2018) México Megadiverso obtenido de https://www.gob.mx/conanp/articulos/mexico-megadiverso-173682

Sen, A. (1998). Las teorías del desarrollo a principios del siglo XXI. Cuadernos de economía, XVII(29), 73-100.

Toledo, V. M., & Barrera-Bassols, N. (2008). La memoria biocultural: La importancia ecológica de las sabidurías tradicionales. México: Icaria.

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