Uno de los mantras[1] con el que se han justificado una serie de arbitrariedades (despidos infundados, reducciones salariales, eliminación de prestaciones y estigmatización generalizada) contra las personas servidoras públicas desde el inicio de la actual administración federal, es el de la existencia de una burocracia dorada. Al respecto, el presidente de la República se ha pronunciado en repetidas ocasiones por la desaparición de privilegios, bajo un mantra más: “no puede haber gobierno rico, con pueblo pobre”. Es importante decir, que estas concepciones son parte de los cimientos de la llamada “austeridad republicana”.
En este contexto, el tema de las remuneraciones de las personas servidoras públicas ha sido una especie de costal de box, al que se golpea cada que puede y del que se echa mano discursiva y presupuestalmente. Este golpeteo busca subsanar algunas deficiencias respecto a los resultados del gobierno federal. Sin embargo, la teoría y la práctica nos han permitido comprobar durante estos 3 años, que las medidas de austeridad no han sido soluciones reales para mejorar el funcionamiento de las instituciones públicas. En todo caso, han provocado parálisis administrativa, ineficiencia gubernamental y pérdida de talento dentro del sector público.
Por ello, frente a la concepción de que las remuneraciones son un botín mediático para cubrir momentáneamente otras deficiencias administrativas, se deben ofrecer análisis y estudios técnicos que suban el nivel de debate y sobre todo, que ayuden a generar soluciones en dos sentidos: para mejorar la eficiencia del gobierno federal y a dignificar la labor de las personas servidoras públicas.
También es importante mencionar que el tema de una remuneración digna en un país como México, siempre será un tema polémico y que muestra la desigualdad que se vive en el país. Según datos del Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, que realizó el INEGI, la remuneración básica en México es de 5,255 pesos al mes, y 18.7 millones de personas tienen percepciones iguales o inferiores a este monto, lo que representa el 33% de la población ocupada. En tanto que según el Observatorio Laboral de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS), el salario profesional promedio es de 12,931 pesos al mes. Asimismo, según datos del CONEVAL, en 2020 el 43.9% de la población en México está en situación de pobreza.
Con los datos anteriores y la nula apuesta por la consolidación de un servicio profesional, es indudable que si el político en turno le ofrece a la población que se despedirán servidores públicos y se les reducirá el sueldo, a un sector de la población le parezca atractivo y digno de un aplauso momentáneo. Por eso, quienes defendemos el valor del servicio público, debemos ofrecer argumentos para que se comprenda que esa no es la vía correcta para equilibrar la eficiencia gubernamental y condiciones laborales dignas para las personas servidoras públicas, y que más bien se convierte en un “balazo en el pie”.
Retomemos entonces el mantra del presidente… ¿verdaderamente existe una burocracia dorada?
Para responder ese planteamiento, consideremos que el ideal sobre el cual debemos trabajar día con día, es el de alcanzar empleos bien remunerados, que generen condiciones dignas de vida, sustentados en el desarrollo económico del país y en la valoración del esfuerzo individual y la contribución colectiva. Ahora bien, los resultados del Censo Nacional de Gobierno Federal 2021[2], nos desmienten dos grandes mitos.
1. Que los servidores públicos son un grupo homogéneo de personas con salarios excesivos
2. Que el actual gobierno federal ha apoyado como nunca en la historia a las mujeres
Respecto al punto uno, el mito se cae si consideramos que el 42.3% de los hombres y el 62.4% de las mujeres que trabajan en el gobierno federal, perciben ingresos brutos (antes de impuestos) mensuales de 1 a 10,000 pesos. Lo que permite comprobar que la amplia mayoría de las personas que trabajan en el gobierno federal se encuentran muy lejos de percibir salarios exorbitantes llenos de privilegios a los que el presidente ha calificado como burocracia dorada.
El segundo punto lo menciono debido a que, dentro de la APF, quienes tienen los empleos con los salarios más bajos son las mujeres. Además, su presencia en las dependencias federales disminuye en los puestos de mayor responsabilidad y en consecuencia con mejores condiciones salariales, ya que, del total de titulares de las instituciones, 68.5% son hombres y sólo el 20% son mujeres.
Lo anterior, a pesar de contar con una mayor preparación académica, puesto que las mujeres con estudios de licenciatura representan el 44.4% frente al 39% de hombres con el mismo nivel de estudios.
En conclusión, no basta con desterrar ambos mitos, la crítica se debe centrar en una propuesta que busque soluciones rumbo a la administración pública que queremos construir en los siguientes años, en el marco de una verdadera reforma administrativa que considere una política de profesionalización de las personas servidoras públicas, que incluya una nueva política de remuneraciones, con reglas claras, en la que sean los resultados, la experiencia, la capacidad, los niveles de responsabilidad y el mérito lo que determine el salario de los servidores públicos, sin alejarse de las condiciones laborales que vive la población en México.
Por su parte, y para atender el segundo mito, es insuficiente contar con un gabinete con amplia presencia femenina, se requiere de acciones institucionales que permitan la inclusión de más mujeres en posiciones directivas en todas las dependencias federales, apelando a la paridad representativa y sustantiva.
Difuminemos el mito de la burocracia dorada y construyamos el camino institucional para revalorar el servicio público.
[1] Entendido como una repetición constante y monótona de una idea o una serie de ideas. [2] Es un estudio estadístico realizado por el INEGI que ofrece una radiografía sobre la gestión y desempeño de 294 instituciones públicas que integran la Administración Pública Federal. https://www.inegi.org.mx/contenidos/programas/cngf/2021/doc/cngf_2021_resultados.pdf
Commenti